La revolución verdadera, la violencia
y el fatalismo geo-político
Periodista y guerrillero venezolano nacido en Boconó el día 6 de febrero de 1929 y asesinado el 21 de junio de 1966 [«suicidado»] en Caracas, en los calabozos del Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA).
Un camino distinto al de la sumisa aceptación de la «revolución
permitida» –que no es revolución sino en la falaz teoría de los
imperialistas– implica un cambio substancial en la actitud de individuos
y grupos y conlleva, en primer término, a la liberación de cada cual.
Lo principal está en comprender exactamente los problemas del país,
su esencia y sus causas. Luego, la magnitud de los intereses en pugna y
la conducta de cada clase social frente al conjunto. El análisis
completo de la situación general más el examen detallado de la
correlación de fuerzas en lo nacional y lo internacional, determina las
características y posibilidades de una revolución verdadera, sin más
limitaciones que las que imponen las realidades objetivas y sin más
restricciones que las que corresponden a un proceso difícil frente a un
enemigo relativamente poderoso.
En la medida de que la necesidad de la revolución se aclara ante los
diversos sectores nacionales y aparece en toda su nitidez y, en la
medida también de que el pueblo y su vanguardia revolucionaria se lanzan
a la lucha definitiva –como ha ocurrido en Venezuela y otros países de
estructura similar– los imperialistas y demás clases reaccionarias
se apresuran a tomar todas las posiciones correspondientes para mantener
su dominación y atemorizar, con la práctica, de la amenaza y los hechos
de fuerza, a los grupos y clases que aun comprendiendo aquella
necesidad no se atreven a arriesgar lo que ya han conquistado, a poner
en peligro sus intereses en una lucha que, mirada superficialmente,
luciría como aventura.
Fabricio periodista de La Calle, El Heraldo y El Nacional, representando a la Unión Republicana Democrática URD, alcanzó gran protagonismo en 1958 como Presidente de la Junta Patriótica que logró terminar política y militarmente con la dictadura que el teniente coronel Marcos Pérez Jiménez Dictador, asumio la Presidencia de la República en diciembre de 1952, y su derrocamiento por parte de las Fuerzas Armadas y su huida en el avión Vaca Sagrada hacia la República Dominicana el 23 de enero de 1958.
Fabricio Ojeda realizó entonces la primera alocución pública tras producirse el vacío de poder, llamando a la tranquilidad patriótica: «Este no es el momento de la venganza.»
Tres días antes, el 20 de enero de 1958, ya se había producido el «pacto de Nueva York» [en presencia de Maurice Bergbaum, jefe de Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado de los Estados Unidos del Norte de América] entre Rómulo Betancourt (de la socialdemócrata Acción Democrática AD), Rafael Caldera (del socialcristiano Comité de Organización Política Electoral Independiente COPEI) y Jóvito Villalba (de la nacionalista Unión Republicana Democrática URD), por el que los representantes de estos tres partidos sellaban su solidaridad frente a la tiranía militar de Pérez Jiménez, pero marginando, de paso, al también opositor Partido Comunista de Venezuela. Acuerdo reafirmado el 31 de octubre de 1958 en el «pacto de Punto Fijo» –nombre de la residencia de Rafael Caldera– cuando se comprometieron a respetar el resultado electoral y establecer un gobierno de unidad nacional (segundo pacto del que expresamente se orilló al Partido Comunista de Venezuela, pese a que había formado parte de la Junta Patriótica).
En las elecciones generales de 1958, fue elegido Fabricio Ojeda diputado, de la URD, al Congreso Nacional, por el Distrito Federal. Se cumplió el pacto de Punto Fijo, el gabinete Betancourt lo formaron adecos, copeyanos y urredistas, y el tripartito se repartió entre su militancia cargos y gobernaciones... hasta que la URD se retiró del gobierno y del pacto en 1962, año en el que surgen las primeras guerrillas organizadas de Venezuela en el siglo XX inspiradas por el ejemplo triunfante de la revolución cubana.
Fabricio Ojeda, maestro, periodista y diputado, estudioso de la independencia de Cuba y admirador de la revolución cubana, renunció a sus cargos en 1962 y se unió a las guerrillas. Ese mismo año de 1962 apareció publicado en La Habana su libro Presencia revolucionaria de Martí.
Se hizo famosa su carta de renuncia como diputado, de 30 de junio de 1962.
Fabricio Ojeda fue uno de los fundadores de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional FALN, constituidas formalmente el 1º de enero de 1963 (al agruparse el Frente José Leonardo Chirinos –Douglas Bravo, Elías Manuitt Camero–, el Movimiento 2 de Junio –comandante Manuel Ponte Rodríguez, capitán Pedro Medina Silva–, la Unión Cívico Militar –teniente coronel Juan de Dios Moncada Vidal, comandante Manuel Azuaje–, el Movimiento 4 de Mayo –capitán Jesús Teodoro Molina, comandante Pedro Vargas Castellón– y el Comando Nacional de Guerrilla). En las guerrillas llegó a obtener el grado de comandante y presidió el Frente de Liberación Nacional FLN en el distrito Argimiro Gabaldón.
Detenido fue sentenciado por un Consejo de Guerra a 18 años de presidio por Rebelión Militar. Pero recluido en la cárcel de Trujillo logró fugarse en compañía de otros compañeros. Apresado de nuevo en junio de 1966 en Caracas, fue asesinado cuatro días después (aunque en la versión oficial se aseguró suicidio).
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